Articulo Original publicado en EL DEBATE
El director general de Puertas Abiertas Internacional asegura que «si te encuentran con una Biblia, rezando o hablando de tu fe, te pueden matar en el acto»
Dan Ole Shani es el director general de la organización Puertas Abiertas Internacional que, durante siete décadas, ha trabajado incansablemente en algunos de los lugares más hostiles del mundo para ayudar a los cristianos perseguidos.
–¿Cómo describiría la misión actual de la organización?
–Este año celebramos 70 años de trabajo en todo el mundo con la Iglesia perseguida. Desde aquellos primeros años hasta la organización global en la que nos hemos convertido, nuestra misión siempre ha sido ayudar a los cristianos en circunstancias en las que es difícil practicar su fe abiertamente. Hoy en día, esto es diferente en cada país. Pero tanto si se trata de proporcionar Biblias como de asesorar sobre traumas o ayudar a alguien a crear una pequeña empresa, nuestra misión sigue centrándose en fortalecer lo que queda de la Iglesia en los lugares donde los cristianos sufren la hostilidad más intensa. Nuestra misión no es «acabar con la persecución». Nuestra misión es ayudar a la Iglesia a mantenerse fuerte a través de la tormenta de la persecución, para que pueda cumplir su propósito.
–¿Cuáles han sido los mayores logros de Puertas Abiertas en los últimos años?
–Uno de los objetivos actuales es ayudar a los cristianos del África subsahariana, donde enfrentan una intensa violencia. Si nos fijamos en los 10 principales países donde los cristianos enfrentan persecuciones violentas, 6 de los 10 primeros países están en el África subsahariana. Según nuestra investigación, más del 90% de los cristianos asesinados por su fe el año pasado se encontraban en esa región. Nuestro estudio muestra que en Nigeria se mata a más cristianos por su fe que en cualquier otro país del mundo, y estamos viendo más de esta tendencia violenta en otros Estados africanos. Por ejemplo, el año pasado en Burkina Faso, 201 cristianos fueron asesinados, cinco veces más que en 2023.
La espeluznante violencia llevó a la Iglesia en África a pedir ayuda a la comunidad internacional. La respuesta de Puertas Abiertas es nuestra campaña Levántate África que, además de proporcionar ayuda de emergencia y apoyo espiritual a miles de cristianos en el África subsahariana, hasta ahora ha apoyado a abogados cristianos para hacer frente a las violaciones de la libertad de religión y creencia en todo el continente, ha impartido cursos universitarios sobre los derechos y ha facilitado las visitas de cristianos perseguidos a gobiernos de todo el mundo para contar sus historias. Los parlamentarios de todo el mundo que tienen poder para tomar decisiones políticas sobre DD. HH. habrán oído hablar por primera vez de la Iglesia perseguida gracias a estas visitas. Se trata de una ingente empresa de varios años de duración.
–¿Qué impacto ha tenido la Lista de Vigilancia Mundial en la concienciación global y la política internacional?
–En todo el mundo, la Lista de Vigilancia Mundial goza de gran notoriedad entre los miembros de los gobiernos y, en particular, en los parlamentos. Todos los años organizamos presentaciones y reuniones informativas en instituciones políticas. Para muchos, estos actos se han convertido en una ocasión importante para conocer las últimas tendencias de la persecución religiosa. Un diputado dijo que la presentación del WWL 2025 era «el latido del Parlamento»; ahora es un acto en el que los diputados creen que tienen que estar. La libertad religiosa es una cuestión que trasciende las fronteras políticas y los partidos, con un apoyo diverso en todo el espectro político.
La Lista de Vigilancia Mundial
–¿Cómo se determina qué países y comunidades reciben apoyo, y cuál es el mayor desafío en este proceso de selección?
–Contamos con personal sobre el terreno que supervisa la persecución durante todo el año. Esta investigación, realizada hasta el nivel de las aldeas, nos da una imagen precisa de las diversas presiones y violencia a las que se enfrentan las comunidades cristianas en el mundo. Estos datos se someten a comprobaciones cruzadas por expertos internos y externos que dan a cada país una clasificación en la Lista de Vigilancia Mundial. La forma de apoyar a los cristianos de estos países difiere, pero tenemos formas de ayudar a las personas incluso de los países más cerrados de esta lista. Pero ahí radica nuestro mayor reto: sabemos que más de 380 millones de cristianos se enfrentan a altos niveles de persecución y discriminación, pero también sabemos que muchos más están en paradero desconocido debido al acceso limitado a su país o porque algunos deciden por miedo no revelar su fe, ni siquiera a su familia.
–¿Cuáles son los países más peligrosos para los cristianos y por qué?
–Corea del Norte es el lugar más oscuro del mundo para ser cristiano y ha encabezado la Lista de Vigilancia Mundial todos los años, excepto uno desde 2002. Si te encuentran con una Biblia, te ven rezando o incluso hablando de tu fe, te pueden matar en el acto. Como mínimo, te condenarán a pasar años en un campo de trabajo, donde pocos sobreviven. Los países africanos constituyen 3 de los 5 peores países para los cristianos, y la violencia está aumentando en muchos estados subsaharianos de nuestra lista, como hemos visto recientemente en la República Democrática del Congo, donde, en febrero, 70 cristianos fueron encontrados decapitados en una iglesia.
–¿Cuáles son las principales formas de persecución?
–Los cristianos son vulnerables cuando su fe choca con la fe o la ideología predominante de la zona en la que viven. En el norte y el Cinturón Medio de Nigeria, la amenaza a la vida proviene de grupos islámicos militantes como Boko Haram, y estos grupos yihadistas están provocando un repunte de la violencia, los secuestros y los desplazamientos. Boko Haram y otros militantes también operan en otros países africanos como Camerún, Burkina Faso y Malí. La opresión islámica impulsa gran parte de la persecución en Oriente Medio y Asia. En Corea del Norte -el peor lugar para ser cristiano- tener cualquier fe se considera una amenaza para la familia gobernante Kim, que exige ser adorada como un dios. Menos violentos, pero igual de devastadores, son los casos de cristianos que, en todos los continentes y culturas, se ven condenados al ostracismo por sus familias o expulsados de sus pueblos, perdiendo tanto sus medios de vida como sus posesiones.
Muchos países han consagrado en su constitución la libertad de elegir y practicar una fe, pero a menudo esto no se cumple en la práctica. Los resultados pueden ser terribles.
–¿Ha cambiado la respuesta de gobiernos y organizaciones a la persecución religiosa?
–Ciertamente, en la última década ha aumentado el compromiso con la promoción de la libertad religiosa. Hemos visto la creación de entidades como la «Alianza del Artículo 18», que es una red de países con ideas afines plenamente comprometidos con el avance de la libertad religiosa en el mundo. Nos encantaría que España se uniera a este esfuerzo.
También vemos cada vez más partidos políticos o gobiernos que consideran a las minorías religiosas y su vulnerabilidad adicional como un factor a la hora de evaluar las políticas humanitarias y de desarrollo. Aplaudimos al gobierno sueco por hacer de la preservación de las comunidades cristianas históricas de Oriente Medio y el Norte de África una prioridad de su Ayuda Internacional y al Desarrollo este último año. En 2024, la Ayuda Exterior y al Desarrollo de los Países Bajos se comprometió específicamente a promover la FORB y a estudiar específicamente la lucha contra la persecución de los cristianos.
En el mundo en desarrollo, vemos repetidamente que en el momento de la crisis la gente acude a su comunidad religiosa y a sus líderes en busca de ayuda y protección. Son los primeros en llegar y los últimos en marcharse en una crisis. Van a lugares donde la mayoría no se atreve a ir. Como cristianos, esto forma parte de ser como Cristo. Aquí, en Occidente, cuando nos comprometemos con los países, ya sea en las relaciones comerciales o en el desarrollo, tenemos que considerar cómo la fe es a la vez una fuente de resistencia y fortaleza en medio de las dificultades y cómo a veces puede hacernos más vulnerables. Queremos que los gobiernos aumenten su colaboración con la comunidad religiosa en la construcción de un cambio.