Articulo Original publicado en EL DEBATE

Tres historias relatan la crudeza de la represión y el desprecio a la dignidad humana por parte del Partido Comunista chino.

El testimonio del ex funcionario del Partido Comunista Chino (PCCh), Du Wen, era mucho más detallado y espeluznante de lo relatado hasta ahora. Algo que me impactó especialmente fue su descripción del trato que recibían en la cárcel que él estuvo, los condenados a muerte, una vez se confirmaba la compatibilidad de sus órganos, y ya estaba dictado su pronto envío al matadero.

Me relató con todo lujo de detalles cómo los alimentaban, vestían y trataban bien, tal como hacen con las vacas Wagyu en Japón. Como saben, ese tipo de carne es muy apreciada en el mercado internacional y puede alcanzar precios astronómicos, al igual que los sanísimos órganos de los practicantes de Falun Gong Falun Dafa, un movimiento espiritual chino que combina meditación, ejercicios de qigong y enseñanzas morales inspiradas en el budismo y el taoísmo.

El PCCh busca colectivizar todas las creencias para que se ajusten al «dogma oficial del partido». Esto explica cómo budistas y taoístas fueron agrupados en organizaciones de masas como la Asociación Budista de China y la Asociación Taoísta de China. Sin embargo, Falun Gong no encajaba en este marco restrictivo, ya que sus practicantes rechazan cualquier intervención en sus creencias. Por eso, en 1999, el PCCh los calificó como una secta y desató una persecución despiadada en su contra.

He conocido a muchos practicantes de Falun Gong y son personas abiertas, amables y accesibles. No creo que sea una secta ni que sus seguidores sean fanáticos, simplemente viven su vida.

Según pude averiguar, la principal razón de la persecución, es que Falun Gong desenmascara la verdadera naturaleza del comunismo, y aunque no infringen ninguna ley, quienes practican Falun Dafa, se desconectan del sistema, y es entonces cuando el régimen muestra su rostro más feroz.

A continuación, tres historias de víctimas, practicantes de Falun Gong, que vivieron en carne propia la crueldad y el desprecio del PCCh.

Jennifer Zeng (1966, Sichuan)

Escritora y periodista, quien tiene un canal en YouTube llamado: Inconvenient Truths by Jennifer Zeng (Verdades incómodas de Jennifer Zeng), con más de 60 mil seguidores. Es un auténtico dolor de cabeza para la tiranía china, por su incansable batalla por denunciar sus delitos de lesa humanidad.

Jennifer es autora del libro Testigos de la Historia, un libro donde relata sus vivencias. Zeng me relató en la entrevista que le hice, y a mí pregunta sobre por qué su conversión a Falun Gong, me respondió:

«Estaba buscando la verdad última del universo, convencida de que sin ella, todo perdería su estabilidad. También quería entender el propósito de mi vida. Al leer Zhuan Falun por primera vez, todas mis preguntas fueron respondidas perfectamente, lo que me asombró y decidí practicar Falun Gong sin dudarlo».

Durante un tiempo importante, Zeng me relató lo bien que iba su vida, hasta que en 1999, el Falun Gong fue prohibido por el PCCh. Fue entonces cuando comenzaron sus penurias, y me habló de sus momentos más difíciles, cuando vio a practicantes inocentes de Falun Dafa torturados y obligados a renunciar a sus credos, o cuando la obligaron a «renunciar a su creencia» para poder salir del campo de trabajo y, una vez fuera, exponer al mundo la maldad que había allí.

Me aplicaron descargas eléctricas, me golpearon, me privaron del sueño y me obligaron a trabajos forzadosJennifer ZengEscritora y periodista china represaliada por el PCCh

Me explica: «Me aplicaron descargas eléctricas, me golpearon, me privaron del sueño y me obligaron a trabajos forzados. Asistí a sesiones de lavado de cerebro, donde me forzaron a leer y ver materiales difamatorios contra Falun Gong. Me obligaron a denunciar y criticar mi fe, lo cual me hizo sentir peor que si me mataran o me violaran psicológicamente. Después de más de dos años practicando Falun Dafa, el lema ‘Verdad-Benevolencia-Tolerancia‘ era parte de mi vida, por lo que forzarme a denunciarlo me hizo sentir como si estuviera suicidándome».

En el año 2001, consigue escapar a Australia, y detrás de ella su hija. En Australia se convirtió en el azote que es hoy del PCCh, haciendo un especial énfasis en denunciar a los agentes comunistas chinos infiltrados en el mundo. Zeng vive en los Estados Unidos desde el año 2011.

Cuando le pregunté si había conocido sobre el destino fatídico de algún practicante de Falun Gong, me dijo:

«En el campo de trabajo, nos sometían a controles físicos y análisis de sangre varias veces. Un represor nos amenazó: «Si no os reformáis, os enviaré al noroeste, ¡y no volveréis!». Después de enterarme sobre la sustracción forzada de órganos en 2006, empecé a dudar del propósito de esos controles y pensar que la amenaza de enviarnos al noroeste de donde no volveríamos era real».

Fenghua Zhao (1968, Dalian)

Para los amigos, Chris Zhao. Es periodista de medios tan importantes como La Gran Época de The Epoch Time y NTDTV. Su activismo por la justicia y su lobby han incluido importantes textos dirigidos a figuras políticas con el objetivo de persuadirlos de la relación con el PCCh. Vive en la actualidad en BarcelonaEspaña y practica los ejercicios de Falun Gong en varios parques de la ciudad Condal. Su historia es también una historia de superación y mucho dolor.

El 20 de julio de 1999, cuando el régimen prohibió Falun Gong, al día siguiente, Chris Zhao protestó pacíficamente y fue arrestada, aunque liberada a medianoche. El 22 de julio intentó viajar a Pekín para exigir el fin de la persecución, pero la policía la detuvo en el aeropuerto y la envió a un centro de detención en Dalian. Allí la obligaron a ver propaganda difamatoria, a hacer trabajos forzados y sufrir castigos si no cumplía. Después de 34 días, la liberaron, pero permaneció bajo constante vigilancia.

El 23 de febrero de 2003, intentó alertar a otros sobre la detención de un amigo practicante de Falun Dafa, pero la policía interceptó su comunicación. Mientras estaba con dos compañeros en un restaurante, irrumpieron y fueron arrestados. La interrogaron toda la noche, con el objetivo de que renunciara a su fe.

Producto de estas coacciones, inició una huelga de hambre. A los cuatro días, fue sometida a alimentación forzada. Esto fue posible gracias a la colaboración de cuatro presas que la sujetaron mientras le introdujeron un tubo por la nariz hasta el estómago. Pero se resistió y acabó vomitando, y su nariz comenzó a sangrar por la fuerza ejercida. Por ese acto de resistencia, estuvo varios días encadenada de pies y manos en un calabozo de aislamiento sin dormir, ni siquiera estirarse.

Por todas las torturas, su salud se vio gravemente mermada, por lo que fue llevada a un hospital donde la mantenían inmovilizada. Tal como ocurre en Cuba, también en China se utiliza a presos comunes, a quienes ofrecen ciertas prebendas dentro de la cárcel para que les hagan la vida imposible a los practicantes de Falun Gong. Débil y postrada en una litera, la mantenían con sueros y alimentación forzada.

El 25 de junio de 2003, el PCCh la condenó a tres años de privación de libertad en un campo de trabajo, pero su estado de salud era tan crítico que el centro de reeducación de Dalian la rechazó, y fue liberada. Al regresar a casa, retomó la práctica de Falun Dafa y, en seis meses aproximadamente, afirma que se recuperó casi por completo. Finalmente, en 2006, logró escapar a España.

A mi pregunta sobre si había tenido conocimiento de algún hermano de fe asesinado para robarle los órganos, me respondió:

Conocí a Zeng Xianmei, una practicante de Falun Dafa, cuando fui detenida en el Centro de Detención de Dalian. El 9 de agosto de 2001, fue arrestada mientras realizaba tareas domésticas en la casa de su hija. La policía la interrogó y evitó que su familia la viera hasta su muerte el 14 de agosto, a los 63 años, con su cuerpo cubierto de cicatrices. Tras su asesinato, el PCCh incineró su cuerpo, y la familia no pudo recuperarlo, ya que cuando estás preso, tu cuerpo ya no te pertenece.

Cheng Peiming (1955)

Es el único superviviente conocido del tráfico de órganos del PCCh. Dice sentirse afortunado, porque lo normal es que una víctima de sustracción forzada de órganos, no viva para contarlo, sin embargo, dentro de la triste circunstancia este humilde hombre de una zona rural supervivió.

Cheng Peiming fue condenado a 8 años de cárcel por practicar Falun Gong. Fue enviado a la prisión de Daqing en Harbin, capital de la provincia de Heilongjiang. Aproximadamente entre el 12 y 13 de noviembre de 2004, durante una «revisión médica» en un hospital, le administraron anestesia sin su conocimiento. Despertó cerca de tres días después, con el pie derecho engrilletado a la cama del hospital, recibiendo un suero intravenoso, con tubos conectados a la nariz, el pecho y los pies. Al despertar, tuvo un episodio de tos y fue entonces cuando comenzó a sentir un dolor y entumecimiento en la zona del costillar izquierdo.

En el año 2015, pudo escapar a Tailandia, para luego ir a Estados Unidos. Fue en ese momento que se sometió a una serie de exámenes médicos, que determinaron que se le había extirpado parcialmente los órganos. Así lo demuestran las tomografías computarizadas, que muestran los estados de atrofia que tiene su hígado y su pulmón, además de una gran cicatriz de 35,56 centímetros, que mostró a periodistas en una rueda de prensa el 9 de agosto de 2024. Los analistas médicos desconocen por qué Peiming no murió, y especulan sobre la posibilidad de que hubiese sido utilizado para prácticas de extracción forzosas de órganos.

Estos tres testimonios son una ínfima muestra del prontuario de terror que el PCCh ejecuta contra aquellos que no se ajustan a sus autoritarias normas. Nuestro deber como occidentales es denunciar el terror comunista chino e impulsar a nuestros líderes políticos a cerrar inmediatamente tratados comerciales y relaciones políticas. El mundo libre no puede mantener vínculos con ese pozo de oscuridad que es la China del PCCh, pues cada concesión solo fortalece su maquinaria de represión y expande su sombra sobre nuestras sociedades.

 

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