Articulo Original publicado en EL DEBATE

Pablo Czornobaj cuenta su historia a El Debate con la mirada perdida y preocupada por los que ha dejado en la lucha. Ahora vive junto a su esposa ucraniana en Barcelona.

Pablo Czornobaj, 1979, Buenos Aires, es analista de sistemas y piloto de barco deportivo. Hispano-argentino por haber nacido allí, pero por la parte materna tiene ascendencia italiana y por la parte paterna ascendencia ucraniana. Hijo de un mayor del Ejército argentino. El 24 de febrero de 2022, mientras regentaba su negocio de parrillada argentina, vio desolado en la televisión cómo el Ejército ruso invadía Ucrania. Decidió en ese momento dejarlo todo para ir a defender la tierra de sus abuelos.

Al tener Argentina impuesta la vacuna rusa, tardó varios meses hasta que pudo ponerse una vacuna occidental para poder viajar al frente a defender Ucrania de la invasión de Vladimir Putin. Nos concede una entrevista donde nos cuenta sus experiencias en el frente y su opinión como soldado en reserva sobre las actuales negociaciones entre Rusia Estados Unidos, donde Europa ha quedado en quinto plano. Czornobaj cuenta su historia con la mirada perdida y preocupada por los que ha dejado allí. Ahora vive junto a su esposa ucraniana en Barcelona.

¿Cómo describiría su experiencia en el frente de batalla?

–Entrar y estar en un país en guerra marca un antes y un después en la vida de cualquier persona. En mi caso, venir desde Argentina y vivir esa experiencia ha sido algo único. Después de eso, todo gira en torno a la guerra. Es un pensamiento constante, algo que lo consume todo hasta el final. Gracias a que mi esposa me apoya, ella me ayuda a superar los terribles recuerdos del frente.

Tengo un fuerte sentido de pertenencia. Mi apellido es de origen ucraniano, mi abuelo era ucraniano, y aunque soy argentino de nacimiento, llevo en mi sangre esa herencia. Al mismo tiempo, mi cultura es española, ya que mi lengua materna y paterna es el español. Reconozco mi pertenencia al mundo hispano, a la hispanidad, y reconozco a España como la madre patria, y por supuesto, los valores cristianos que nos trajo España.

La guerra es un antes y un después para cualquiera, pero el dolor y el trauma que deja en los más vulnerables es devastador. Pienso en los niños y en las madres que huyen de los bombardeos, del terror y de los ataques del invasor ruso. Es una realidad desgarradora, una herida que nunca deja de sangrar.

¿Cuánto tiempo estuvo en el frente y en qué lugares combatió?

–Estuve un año y medio en el frente, combatiendo en algunos de los escenarios más duros de la guerra. Al llegar desde Argentina, junto con otros compañeros, logramos expulsar al invasor ruso, recuperando muchos kilómetros dentro de Ucrania. Estuve en el Donbas, en zonas como Bajmut, Limán, Lozova, Poltava, Esloviansk y Kramatorsk, donde la resistencia ucraniana se mantuvo firme.

Entré y salí del combate en algunas ocasiones, debido a anemias y contusiones. Las anemias fueron especialmente duras; pasé por ellas tres veces y llegué a perder más de 20 kilos. También sufrí perforaciones del tímpano, por lo que hace poco tuve que operarme. En la zona cero del combate, al segundo día casi no se puede comer. No por falta de provisiones, sino porque la situación lo consume todo.

La intensidad de la artillería era brutal: algunos días, el invasor lanzaba hasta 120.000 proyectiles a lo largo de los 3.000 km del frente. En los frentes más activos, el promedio era de 60.000 disparos, aunque en ciertas semanas llegó a 120.000. Hoy esa cifra se ha reducido a una quinta parte. Bajo ese fuego constante, el cuerpo entra en tensión permanente. Comer se vuelve un acto compulsivo para mantenerse en pie, pero aun así se pierde hasta un kilo por día.

¿Cómo ve las actuales negociaciones de paz entre Rusia y Estados Unidos sobre Ucrania?

–Las últimas declaraciones de Donald Trump parecían seguir una línea lógica, pero hace tres días irrumpió con comentarios disruptivos sobre su visión del presidente de mi país, Volodimir Zelenski. Esto ha cambiado por completo el panorama, colocando las negociaciones en otro plano. Desde la perspectiva ucraniana, estas declaraciones son inaceptables. No solo representan un acto de injuria y calumnia, sino que también distorsionan la realidad de Ucrania y de su presidente.

En nuestro país, se puede discernir y disentir de Zelenski. El presidente salió electo con el 70 %, y mantiene una popularidad de casi el 60 %. Como militar de reserva, yo no puedo hacerlo, pero la población civil sí tiene libertad de expresión y una prensa libre para manifestar sus opiniones políticas, incluso si no comparte la visión del presidente. Aun así, la gran mayoría de la población respalda tanto a Zelenski como a los comandantes de las Fuerzas Armadas, ya que nuestro único objetivo es la victoria.

La gran mayoría de la población respalda tanto a Zelenski como a los comandantes de las Fuerzas ArmadasPablo CzornobajVoluntario en el Ejército de Ucrania

¿Piensa en volver al frente?

–Yo soy voluntario, pero mis convicciones, tanto mi cuerpo como mi alma, como dice nuestro himno, «alma y cuerpo», están pensando permanentemente en regresar. Ya ha pasado un tiempo desde mi operación de oído, me pusieron teflón. Mi audición no se recuperó completamente, pero los dolores en un oído han desaparecido. El otro oído no lo he operado. Pero sí, como te decía, mi cuerpo y alma, «alma y cuerpo», están pensando en mi tierra, en mis hermanos de armas que están defendiendo el territorio. Justamente, estos días lo hablamos con mi esposa y pensamos claramente que es tiempo de regresar al combate.

¿Qué opina sobre la postura de algunos países que han optado por mantenerse neutrales o incluso a favor de Rusia en este conflicto?

–Bueno, los países que se han postulado a favor de Rusia son bien conocidos. Son aquellos que tienen sistemas autoritarios, no democráticos, como Venezuela, Nicaragua, Cuba y Corea del Norte. Estos países están fuera de la órbita del sistema democrático republicano occidental y de los valores del mundo libre. En cuanto a los países que se mantienen neutrales, la historia nos da indicios claros sobre cuál será su futuro.

Lo que ocurrió en el pasado seguramente se repetirá. Por eso, es importante no solo enfocarnos en el contexto actual, sino también considerar los contextos históricos. Las historias se repiten, y las soluciones a los conflictos a veces son similares. Hay que mirar hacia atrás y reflexionar sobre nuestra historia, la historia de nuestro eje, que es Occidente, con su legado judeo-cristiano.

¿Cómo ha afectado la invasión a gran escala a las comunidades ucranianas y cómo viven las personas que han permanecido en las zonas más conflictivas?

–Con la invasión a gran escala, hubo personas que lograron huir, otras no, algunas fueron asesinadas y torturadas, y por supuesto, muchas mujeres fueron violadas, incluso niños. El primero en huir de esa situación fue el ucraniano hablante de ucraniano. Desde el momento en que comenzaron los conflictos en 2014, aquellos que hablaban ucraniano se vieron obligados a irse inmediatamente. Esto se debía a que el idioma te delataba ante cualquier grupo de partisanos rusos. A lo largo del tiempo, mucha gente ya había huido.

Luego, con la invasión de gran escala, la recuperación del territorio, tanto en la parte del Donbás como en lugares como Eslovián, Kramatorsk y toda esa zona, quedó muy poca gente. Algunos permanecieron porque, cuando llegó el Ejército ucraniano, se sintieron de alguna manera protegidos. Me encontré con algunos niños caminando, pero era porque sus familias no querían irse. La mayoría de las personas fueron evacuadas. En la zona cero, que podríamos definir como un área de 25 kilómetros a cada lado, prácticamente no hay nadie. Sin embargo, hay pequeñas poblaciones donde algunas personas prefieren quedarse. Se acostumbran a las bombas y viven entre el sonido de la guerra y el olor de la muerte.

¿Qué mensaje tiene para los cubanos que se alistaron como mercenarios al servicio de Putin para asesinar a ucranianos?

–Soy cristiano, y para mí es difícil no decirles algo desde las tripas, sin embargo, voy a alejarme de todo sentimiento negativo y emplearé las palabras adecuadas. Es importante, por la memoria de los caídos, actuar con justicia y equidad. Creo que han perdido a Cristo y ya no ven a Dios. Pero es un error en el que, quizás, están priorizando un bienestar económico pasajero, pero eso no llenará su corazón ni su alma con buenas acciones. Algunos han caído en combate, como es lógico: el que a hierro mata, a hierro muere.

Es la justicia del fragor del campo de batalla, además del sistema jurídico militar y civil ucraniano, quien está actuando en consecuencia con aquellos que deciden agredir a mis compatriotas y a mi patria. Solo espero que Dios los perdone.

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