Articulo Original publicado en EL DEBATE
l escritor Alejandro Espinosa Solana (1965) presenta su libro Hacia una Europa islamizada: El desafío migratorio musulmán, una guerra híbrida no declarada (SND Editores), en el que expone su visión sobre los peligros del Islam en Europa.
— ¿Qué le motivó a escribir este libro? ¿Hubo alguna experiencia personal o circunstancia que le haya llevado a investigar este tema en particular?
— En el céntrico barrio de Abando, en Bilbao, hace unos años se reunían jóvenes magrebíes marginales y conflictivos, esnifando pegamento, involucrados en peleas y robos cerca de la estación. Hoy, esa delincuencia e inseguridad, protagonizada principalmente por una población norteafricana en situación precaria, se ha extendido por toda la ciudad, transformándola en un lugar irreconocible. A pesar de ello, las autoridades intentan ocultarlo, atacando a quienes lo denuncian y perpetuando esta situación por incapacidad o intereses ocultos. Escribí este libro para despertar conciencias, combatir el miedo y la mentira, y promover una convivencia pacífica y solidaria en nuestra sociedad.

Cubierta de Hacia una Europa islamizada (SND Editores)
— A partir de su experiencia, ¿cree que todos los ciudadanos deberíamos estar más atentos ante los cambios que se están produciendo en nuestra sociedad?
— Creo que nuestras sociedades occidentales viven felizmente engañadas, y además estamos intimidados y amordazados por algunos políticos populistas y sus medios afines que nos acusan de racistas y xenófobos cuando legítimamente y de forma fundamentada manifestamos nuestra preocupación por la peligrosidad en nuestras calles y la deriva de nuestra sociedad. También muchas veces somos pusilánimes y preferimos ignorar un gravísimo problema que asumirán nuestros hijos y nietos, que enfrentarnos a él. Por otra parte, la política en nuestro país se ha convertido en un circo de «dimes y diretes» e intereses propios que nada tienen que ver con el interés general de los ciudadanos.
No juzgo a los musulmanes individualmente, sino como grupo. Parecen insatisfechos tanto con los países que abandonan como con los que eligen para instalarse
— ¿Cómo describiría la evolución de la inmigración musulmana en Europa durante las últimas dos décadas y qué factores han influido más en su crecimiento?
— Dos factores impulsan su crecimiento: la emigración masiva desde países musulmanes hacia los nuestros, libres y desarrollados pero considerados infieles, y su alta natalidad. No juzgo a los musulmanes individualmente, sino como grupo. Parecen insatisfechos tanto con los países que abandonan como con los que eligen para instalarse. Esta insatisfacción colectiva, marcada por victimismo y resentimiento hacia el «otro» —infieles, judíos, imperialistas, colonialistas o incluso otras facciones del islam—, les impide avanzar. Aquí, suelen mostrarse expansivos e impositivos, demandantes e insatisfechos, desadaptados a las nuevas sociedades mientras añoran e intentan reproducir las que dejaron atrás.
A pesar de contar con una educación gratuita y de calidad, muchos no han avanzado socialmente, a diferencia de italianos, españoles, griegos y portugueses, quienes se integraron mediante esfuerzo y adaptación
— Según su análisis ¿cuáles son los principales problemas que enfrenta la población musulmana en Europa en términos de integración social y económica?
— Las comunidades musulmanas que llegan masivamente a Europa no enfrentan dificultades por parte de nuestros estados garantistas, que aseguran sus derechos y libertades. Sin embargo, su marginación ha sido en gran medida voluntaria, aunque luego nos acusen de discriminación, algo que, irónicamente, nosotros mismos les hemos enseñado. A pesar de contar con una educación gratuita y de calidad, muchos no han avanzado socialmente, a diferencia de italianos, españoles, griegos y portugueses, quienes se integraron mediante esfuerzo y adaptación.
El islam, más que una religión, es una visión del mundo que rige todos los aspectos de sus vidas de forma intensa y firme, desde la alimentación hasta las relaciones sociales. Este sustrato religioso alimenta una vertiente fundamentalista promovida por potencias islámicas, diseñada para desestabilizar nuestras sociedades desde dentro.
El laicismo francés, que promovió la integración de las comunidades musulmanas, ha sido superado por la creciente influencia islámica
— ¿Cómo ha afectado el aumento de la influencia islámica a la laicidad en Francia y la crisis de los refugiados a la cohesión social en Alemania, especialmente en términos de integración, desempleo y antisemitismo?
— El laicismo francés, que promovió la integración de las comunidades musulmanas, ha sido superado por la creciente influencia islámica, con muchos musulmanes viviendo en guetos, enfrentando desempleo y delincuencia, sin contribuir equitativamente. En las últimas elecciones, parte de la población se centró más en Palestina que en los problemas internos. En Alemania, aunque se destinó gran recursos para acoger a 1.5 millones de refugiados musulmanes, muchos siguen en condiciones precarias debido a la falta de estudios, idioma y habilidades. La segregación crece, y el antisemitismo, inicialmente atribuido a la extrema derecha, fue vinculado a los refugiados musulmanes, lo que incluso fue admitido por Merkel, y los suecos.
El islam político impulsado por Erdogan y los estados magrebíes utiliza tácticas como el chantaje, los flujos migratorios incontrolados y el apoyo a comunidades musulmanas descontentas para expandir su influencia
— ¿Cuáles considera que son los principales factores que han contribuido al surgimiento del separatismo islamista en Europa?
— El fuerte sentimiento religioso inculcado desde jóvenes en las comunidades musulmanas, concebido como una forma de vida, facilita la propagación de un fundamentalismo rigorista (salafismo, wahabismo) que promueve su segregación de las sociedades occidentales. Monarquías del Golfo como Arabia Saudí, Qatar o Kuwait han financiado este proselitismo durante décadas para su beneficio político y para desestabilizar a Occidente en lo económico, social y político. Han invertido millones de petrodólares en universidades occidentales, fomentando movimientos como el ‘wokismo’ y el antirracismo con un componente antisemita, mientras disimulan sus propias prácticas discriminatorias en sus países.
Además, el islam político impulsado por Erdogan y los estados magrebíes utiliza tácticas como el chantaje, los flujos migratorios incontrolados y el apoyo a comunidades musulmanas descontentas para expandir su influencia. Estas estrategias no solo generan tensiones internas en nuestras sociedades, sino que buscan debilitar los valores que sostienen a Occidente.
Utilizan conceptos como islamofobia, xenofobia y racismo para intimidarnos, mientras organizaciones (pan)islamistas se infiltran en nuestras sociedades
— ¿Cómo evalúa la influencia de las mezquitas y los imanes extranjeros en la radicalización de las comunidades musulmanas en Europa?
— La financiación y el proselitismo de potencias arabo-musulmanas durante décadas se ha dirigido principalmente a mezquitas en Europa, el envío de imanes radicales, centros coránicos, asociaciones musulmanas, escuelas islámicas y becas en universidades como La Meca. El objetivo ha sido inculcar un fundamentalismo segregador en las comunidades musulmanas de Occidente, aprovechando nuestra debilidad moral, cultural e histórica. Utilizan conceptos como islamofobia, xenofobia y racismo para intimidarnos, mientras organizaciones (pan)islamistas se infiltran en nuestras sociedades, actuando como intermediarios con las instituciones y promoviendo un radicalismo no violento. Este enfoque ha logrado crear comunidades paralelas que, en lugar de integrarse, refuerzan su identidad separada, debilitando aún más la cohesión social y poniendo a prueba la capacidad de nuestras democracias para mantener la paz y la estabilidad.
Dudo de nuestra capacidad para combatir eficazmente a quienes utilizan nuestras leyes democráticas para imponer sus ideologías
— En el epílogo de su obra, usted menciona que la solución a estos problemas es difícil y costosa. ¿Qué propone como la primera medida a implementar para reducir la islamización de Europa?
— Control estricto de fronteras y expulsión de aquellos que no deben estar en el país, con retención temporal para quienes lleguen sin documentación hasta que proporcionen sus datos y nacionalidad. Denuncia ante organismos internacionales si sus países no los aceptan. Suspensión de ayudas y beneficios sociales a extranjeros irregulares y a los regularizados bajo nuevas condiciones. Restricción de la residencia legal y la nacionalidad a ciudadanos de países con acuerdos de doble nacionalidad, como los europeos e hispanoamericanos. Revocación de la nacionalidad española según un listado legal y prohibición del islam político y otras religiones incompatibles con los valores democráticos. Firma de un manifiesto por una inmigración sostenible que sume y no reste, para erradicar el miedo social a expresar libremente nuestras opiniones. Sin embargo, dudo de nuestra capacidad para combatir eficazmente a quienes utilizan nuestras leyes democráticas para imponer sus ideologías de manera subrepticia.
Esa izquierda está financiando un objetivo suyo particular: incrementar su número de futuros votantes con una nueva población foránea desarraigada e inadaptada en detrimento del resto de la sociedad
— ¿Qué opina de la postura de los partidos de izquierda en Europa respecto a la inmigración musulmana? ¿Cree que están actuando de forma irresponsable al no abordar estos problemas con más firmeza?
— A la izquierda populista española y europea no le importan nada las minorías: ni los inmigrantes, ni las mujeres, ni los homosexuales o el colectivo lgtbi. Lo único que les interesa es sacar rédito político y electoral de ellos, enfrentándolos contra sus enemigos políticos y polarizando a la sociedad. Pero, sobre todo, con el presupuesto público y los impuestos de todos los contribuyentes, esa izquierda está financiando un objetivo suyo particular: incrementar su número de futuros votantes con una nueva población foránea desarraigada e inadaptada en detrimento del resto de la sociedad. Y lo hacen deliberadamente desde el poder con la ley en la mano, de forma irresponsable engañándonos con términos como la «diversidad» o la «humanidad». Los contribuyentes españoles tenemos derecho a que nuestros impuestos reviertan en el beneficio de la sociedad en la que vivimos, y no en estrategias partidistas propias y personales. No nos gobiernan en beneficio del interés general, si no del suyo propio, y deberían ser juzgados por ello.